domingo, 12 de junio de 2016

Reflexiones sobre la vecina República Argentina




Hemos vivido décadas de regalos, décadas de desprecios, décadas de torturas y silencios, décadas donde los poderes giraban hacia el llamado “proletariado” o hacia los militares y secuaces, décadas donde las oligarquías hicieron lo que quisieron, pues son ese extraño poder casi omnipresente.

Hemos vivido décadas mirando hacia fuera, donde lo que valía era lo que venía de afuera y en otras décadas, cuando se trabajó, se lo hizo con esfuerzo por parte de los investigadores, los ingenieros, los científicos y cuando el ingenio, el invento llegaba a la fábrica, había diez operarios ajustando el mismo tornillo.

Desmesuras, continuos despilfarros, saqueos de todo tipo, al pobre, al “indio”, aún al mendigo. Décadas de llenarse los bolsillos siendo cambista porque el dólar era quien regía, y a esto, muchos les llamaron “trabajo”.

Décadas de desmantelamientos de los cordones industriales, décadas, infinitas décadas de saqueos a la educación por los eternamente existentes recortes presupuestarios…

Décadas de formación docente con voz unipersonal, donde no cabía otra cosa que lo que el maestro decía y pensaba, que era lo que desde muy arriba se gestaba. Décadas infames, llenas de encono hacia los silencios impuestos.

Cuando el equilibrio se conseguía con las armas, no era más que un desbalance hacia el totalitarismo, cuando el equilibrio se conseguía por los excesos de los sindicatos y poderes adjuntos, no era más que un desbalance hacia la irracionalidad que conducía a la obsolescencia del término “trabajo”.

Así llegamos hasta este aquí y ahora, con las palabras vacías que se han vuelto a llenar lentamente de equívocos y traspiés.


Alguien, entre errores y aciertos en su vida dijo hace muchos, muchos años: “Educar al soberano”. 

Reflexiones Leonlandesas

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