El pago de los llamados “Fondos
Buitres” implicó que la República Argentina, es decir, sus ciudadanos todos, se
hacen cargo de una deuda privada que fue estatizada allá por inicios de los
años ’80.
La estatización de esta deuda
conllevó que el Estado se haría cargo de lo que le corresponde pagar a las
empresas privadas, es decir, que los contratos por los cuales muchos compraron
y vendieron, por sobre todo con firmas extranjeras, las debía ahora pagar el
ciudadano común a acreedores con los que nada tenía que ver.
Entre los beneficiarios de la
estatización, se encuentra SOCMA, por eso la candidatura, por eso ganar sí o sí
las elecciones, por eso ser presidente; la urgencia del pago que el anterior
gobierno se negó a realizar y que recibió apoyo mundial para que no se
efectivizase, pesaba sobre la cabeza del actual presidente como la espada de Damocles:
en cualquier momento alguien se iba a encargar de hacerle saber que la espada
es de doble filo.
¿Quiénes están pagando
actualmente las deudas de SOCMA y demás empresas? Por excelencia el Estado, lo
cual significa: cada argentino nacido, cada extranjero que se radicó / radique
en Argentina, cada bebé recién nacido, cada bebé por nacer, cada micronación
dentro del territorio argentino que no se autoabastezca y por antonomasia cada
animal doméstico que nada entiende de cuestiones monetarias ni entenderá jamás.
La triste realidad es que la
agonía se cierne sobre los micro-emprendimientos, las Pymes, los comercios y
por otro lado sobre todo lo que el Estado argentino debe atender, por esto la
quita de subsidios a la electricidad y el gas natural o envasado (con una sola
buena medida que es la equiparación de costos para Buenos Aires respecto de las
demás provincias, aunque y como antes, las demás provincias se ven más
afectadas porque si bien en Buenos Aires pagan el doble que antes, los demás
que allí no viven, pagan el triple o el séxtuple; algo no está bien…), el
descenso escandaloso de las partidas hacia educación y salud, el aumento
desmedido de precios de todos los productos, la inevitable devaluación de los
salarios y la tragedia de los suicidios por desocupación o imposibilidad de
pagos.
La espada de Damocles cambió de
cabeza junto con el “Cambio”, ahora amenaza y ejecuta a quienes nada tenían que
ver con los negocios realizados hace años, allá por tiempos de la dictadura. Sin embargo, una nueva espada de Damocles pende de un pelo de crin de caballo sobre la cabeza del presidente argentino, su marcha hacia atrás con la suba de precios de la electricidad en ciertas regiones de Argentina no es casual; sabe que ahora es el rey, sabe que es Damocles y no podrá tener paz (aunque los medios de comunicación que sus amigos lideran diga lo contrario) hasta que se no atreva a desatar el nudo gordiano que él mismo supo crear.
Sir William Fox Talbot.-
College Professor
Bibliografía consultada:
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