sábado, 4 de febrero de 2017

¿Es el polo un deporte para niños?


Desde hace años existen equipos juniors dentro del polo y es una gran sorpresa para muchos que chicos de diez años y menos también ya están montando, taqueando y aprendiendo las reglas de oro de este apasionante deporte.

Las virtudes del polo son muchas, entre las cuales, podemos destacar en principio las de respeto, amor y cuidados del propio caballo. El polo aporta una mirada distanciada de la violencia y nos otorga la capacidad de crear un lazo de confianza mutua entre el polista y su caballo. No hay nada más importante que esta dupla se fusione y actué como una unidad en el campo de juego.


Un niño que se acerca al polo, sea ya porque le interesa el deporte por haber visto partidos o porque en la familia haya polistas, aprende que la entereza y la ternura van de la mano y que con constancia y aplomo se logra ser un verdadero “caballero”, ateniéndome al origen del término.

Todo niño al acercarse a un caballo siente la sensación de un animal que es enorme y todo temor inicial que pueda existir se aleja inmediatamente cuando evidencia la temperancia y distinción que caracterizan a los caballos de por sí y en especial a los caballos que distinguen a nuestro deporte.

Aprender a montar es experimentar la amistad más pura que puede haber entre un ser humano y un animal: el primero no es dueño del segundo, es su guía, su instructor y su inseparable compañero; el segundo no se somete al primero: lo acompaña en la aventura de jugar al polo.

Es así entonces, que la dupla polista-caballo piensa y actúa como una unidad al momento de jugar un partido o asistir a una práctica, y esta unidad o fusión se completan con el taco al que diestramente hay que utilizar a la hora de perseguir los recorridos de la bocha.

El taco, flexible y enhiesto a la vez, es un arma en las manos no entrenadas y una herramienta de trabajo en las manos adiestradas, de este modo, el taco debe convertirse en una prolongación del propio brazo o un miembro más del propio cuerpo. Y hablando del cuerpo, hay que tener siempre presente que montar no es estar sentado cómodamente sobre el caballo, es saltar continuamente por lo que hay que entrenar al cuerpo a resistir los embates de un partido, por eso, es tan importante que cuando un niño decide jugar polo, tiene que tener presente que un día habrá velocidad y ritmo, pero que por ahora todo es más lento y calmo. Como bien decía, el cuerpo se tiene que adaptar al compás del juego y por cuerpo, también entendemos sus órganos, pues es común que los riñones a veces se quejen de los continuos saltos. 


La foto arriba, nos da la idea de lo que muchas veces sucede: un calambre o dolores musculares. El polo exige disciplina física que se va logrando con los años de práctica, de golpes y de alguna caída, pero a no alarmarse porque en todo deporte existe algún malestar y puedo dar fe que en el polo es mínimo comparado con otros deportes.

Una última reflexión: el polo es una gran familia; una familia donde los polistas, los espectadores, los fans y los caballos narran historias de grandes sueños que comenzaron con pequeños pasos sobre una parcela con césped y continúan y se agrandan en la Catedral de Palermo.
  
William Eric Fox Talbot




No hay comentarios.:

Publicar un comentario