Por Berwin Fox Talbot
La 1º Dama de
Chile, calificó a los manifestantes como "alienígenas"; ella es una
persona considerada por nosotros como non grata y jamás se le dará ingreso a
nuestra micronación.
Pensar al otro
porque protesta y se manifiesta en favor de los derechos avasallados por el
gobierno de Piñera & cia. como “una invasión extranjera, alienígena” es
despreciar a los propios conciudadanos, quienes cansados de esperar las
promesas de sus mandatarios, se decidieron valientemente por salir a las calles
y reclamar lo que les pertenece; justicia social, dentro de la cual se
enmarcan: derecho a educación pública, libre y gratuita, salud para todos
(atención primaria y especializada), posibilidades laborales para todos, junto
a ello, condiciones dignas de trabajo y salarios justos, libertad de expresión,
libertad de prensa, libertad de circulación (los peajes y los pasajes se han
vuelto impagables para los hermanos chilenos)
Lejos de aplacar los ánimos, Cecilia Morel, tal el nombre de la esposa
de Piñera, armó con sus lamentables frases una enorme Molotov que estalló en
más y más contundentes manifestaciones.
Pero así se expresa la derecha latinoamericana, con desprecio hacia los
demás, hacia sus propios votantes, con desparpajo e impudicia; si el padre de
Piñera, Don Manuel José Piñera Carvallo,
hubiese podido escuchar los dichos de Morel, habría tomado serias medidas
porque fue un hombre aristócrata, culto y de buen pasar que jamás hubiese
permitido que alguien de la familia denigrase al pueblo. Y es sabido, que Don
Manuel José Piñera Carvallo era un hombre de escasa paciencia para los
exabruptos y brutalidades.
Es triste asistir a la decadencia moral de los mandatarios. Si hubiesen
deseado ser aunque más no fuere por un instante un poco considerados y decentes
no habrían lapidado a los propios, no habrían destruido puestos de trabajo, no
habrían aniquilado la educación pública, no habrían nombrado a los otros como
alienígenas, no habrían pensado en “recortar los propios privilegios y repartir”;
es tarde para repartir, es tarde ya para acordarse que el otro es también un
ser humano; ahora a renunciar y soportar los juicios políticos que se les vendrán
encima.
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