Por
Heidi Fox Talbot
En breve estarán millones festejando Navidad
y Año Nuevo y como suele pasar, habrá fuegos artificiales en manos de
inexpertos e incluso peor: en manos de niños.
Una festividad religiosa, como lo es Navidad,
debe recuperar su aire místico y dejar de lado el estrépito de los petardos,
cohetes y fuegos artificiales en general.
Los adultos deben ser quienes incentiven a
sostener la felicidad durante el período festivo, de modo tal que los
accidentes por la manipulación indebida de materiales explosivos no tengan
cabida y prepondere la razón por sobre todas las acciones.
Los fuegos artificiales son muy bellos, en
tanto y en cuanto sean detonados por expertos o adultos que tengan
conocimientos sobre los mismos. Muchas veces, se encienden en espacios
pequeños, patios o balcones y es allí cuando se produce el trágico accidente.
En nuestra micronación, los fuegos
artificiales están totalmente prohibidos; la única excepción son las varillas
de estrellitas que son totalmente inocuas. La prohibición se fundamenta en dos
factores:
a) El riesgo de que alguien se queme o
lastime gravemente por la explosión repentina;
b) Los animales no comprenden de ni de festejos
ni de detonaciones y entran en pánico.
La ordenanza municipal 9.166/2013 establece
la prohibición del uso de pirotecnia en el radio del municipio, por lo que
estando nuestra micronación asentada en el territorio rosarino, acatamos las
ordenanzas municipales.
Recordemos a todos los micronacionalistas,
que por más que tengan un corpus legislativo propio, por encima de las leyes
micronacionales están las nacionales, provinciales y municipales.
En el Estado Libre, Soberano e Independiente
de Leonlandia del Sur cuidamos la salud integral de todos sus miembros, sean
humanos o animales no-humanos.
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