Por: The Intelektor Kat
Hace unos cuarenta años, me gradué un 17 de noviembre en la Facultad de Derecho, UNR, de Abogado, profesión que ejerzo con pasión y responsabilidad desde le primer momento que se me otorgase título en mano.
Me recibí en un contexto nacional de luchas intestinas, persecuciones políticas y la revulsiva derecha que señalaba (y lo sigue haciendo en su afán por no evolucionar nunca) a todo lo extraño a sí mismo, a ese "yo" que se esgrime como impoluto pero que se destaca eternamente por ser su condición natural la de meretriz del poder que se autoinfiere cualquier dictadura y que, en esta posición de subordinación a la autoridad carente de legitimación en elecciones, no puede concebir a la alteridad como tal sino como lo incompatible con la estructura que desea erigir y que no puede nunca terminar de organizar porque siempre hay una tortuga que se le escapa.
Y me recibí en un contexto universitario en pleno estallido académico, con carreras que se cerraban y facultades intervenidas.
Hacía ya rato que no pasaba por mi querida Casa de Altos Estudios y me encontré con un cartel que ciertamente me llamó la atención.
No sé si son los años, si son tiempos adustos o si ya no tengo más ganas de ver confetti y espumas coloridas, lo cierto es que el cartel me agradó, tanto por la fachada de la Facultad que fue recientemente restaurada, como por el recién graduado que tiene que soportar intentar divertirse siendo recipiendario de huevazos y otras sustancias alimenticias en su rostro y cabellos.
En períodos de carencias múltiples lo que es alimento, que para eso sirva, para alimentar; luego, que el dichoso y nuevo abogado, sea alabado y aplaudido.
He aquí el texto completo sobre el hashtag "festejo responsable":
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