lunes, 6 de marzo de 2023

Opinión sobre la macrociudad


 

Por  Herr Profesor Hartmann

Vivir en Leonlandia del Sur es gratificante. Aquí prepondera la paz, la armonía, el buen gusto, los entretenimientos y la salud desde los deportes y juegos hasta la alimentación. Pero vivir en la macrociudad de Rosario, donde está asentada nuestra micronación se ha convertido en una cuestión de riesgo continuo.

Los robos, asaltos, escruches, mecheras/os, balaceras, asesinatos, entradoras, los narco-socialistas que crearon un estado paralelo del terror y el espanto, hacen hoy de Rosario un lugar insoportable.

Desde hace ya unos cuantos años, sigo un pensamiento simiente: la seguridad hace al bienestar. Este pensamiento simiente, me lleva a reflexionar casi cada día en la manera de terminar con este Estado de terror creado por el narco-socialismo y lo único que se me ocurre es una intervención de la macrociudad, con las consecuencias que ello implica: la destitución del intendente, el cierre del Consejo Deliberante, la imposición de toque de queda, la militarización / saturación de fuerzas policiales de las calles y el retorno a deber portar el DNI para la identificación contínua de las fuerzas del orden  que patrullen las calles. ¿No suena muy extremo? Sí, es verdad, es extremo, pero también es extrema la acción de los grupos de terror que han hecho de la macrociudad un lugar infernal.

Todos los días hay balaceras contra instituciones importantes, sean públicas o privadas, casas de particulares que no tienen nada que ver con el narcotráfico, muerte de niños/as y bebés que quedan atrapados sin salida en las balaceras, robos y asaltos a comercios, fábricas, casas particulares y escuelas, decenas de adolescentes cuyas muertes no son denunciadas porque entraron al sistema del narco-menudeo, desaparición de niñas y adolescentes para la prostitución o trabajo en las cocinas de drogas, “peajes” para poder transitar, amenazas a comerciantes para que paguen mensualmente determinada cantidad de dinero a las bandas barriales de delincuentes y narcos, y conocidas calles céntricas donde las mecheras libremente y con toda impunidad acosan a los transeúntes para robarles lo que sea.

Si alguien tiene una solución más digna y menos contundente, por favor, espero aportes.

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