Por Ana Lis Cappella
(Profesora y traductora de francés e
italiano – TCP (Tripulante de Cabina de Pasajeros))
Desde hace muchos años, trabajo como profesora de francés
e italiano, pero cuando fui muy joven, y gracias al estudio y el conocimiento
de las lenguas extranjeras, trabajé un tiempo en Austral (vuelos de cabotaje y
regionales), luego en AeroPerú, (la empresa que fue aerolínea de bandera
peruana) y en la última aerolínea donde trabajé, fue en Quantas Airlines, de
Australia.
En estos días, pensando con todo lo que ocurre hoy en el
mundo entero con el coronavirus, reflexioné mucho sobre aquellos tiempos de mi primera
juventud. Lo primero que vino a mi mente fue el recuerdo de un pasajero en un
vuelo de Buenos Aires a Lima que se descompuso gravemente. Me apené muchísimo y
pensé que ese pobre hombre iba a morir allí durante el vuelo; a Dios gracias no fue
así. El hombre sufrió lo que a muchos les sucede: un ataque de pánico.
Trabajé doce años, sumando las tres aerolíneas, luego, me
dediqué a la docencia cuando Ronnie y yo nos casamos. Durante todos esos años,
vivencié gran cantidad de acontecimientos emparentados con la salud de los
pasajeros pero jamás una situación como la actual.
Pocos son los que reconocen la labor impecable,
arriesgada y solidaria de toda la tripulación de cualquier aerolínea de
bandera, porque son éstas, las que salen al rescate de pasajeros varados en
cualquier aeropuerto, las aerolíneas privadas jamás van a ir en búsqueda oficial de
nadie, a no ser que exista algún decreto judicial que así lo solicite y hasta me arriesgaría a decir que con la burocracia existente en todo el mundo, veo muy complejo una maniobra estatal tan fuerte.
Cuando con el gobierno macrista se quiso nuevamente
vender Aerolíneas Argentinas, casi me descompongo, porque la mayoría no
entiende que es muy necesario tener una aerolínea de bandera, ya que es la única
que va ir a repatriar / salvar a los compatriotas que estén padeciendo alguna
desgracia en el extranjero y soliciten el retorno al país, no sólo por una pandemia,
también puede darse un conflicto diplomático, un desastre natural o cualquier
calamidad hasta hoy impensada. Hay que reflexionar mucho sobre la labor de toda una tripulación en momentos de tragedias, pues son sostén y baluarte para los pasajeros, lo dan todo, incluso la vida y existen demasiados pasajeros argentinos pedantes y engreídos que no valoran nada.
Espero, que a aquellos que les encanta ser privatizadores
seriales, se den cuenta que no se puede de la noche a la mañana y por DNU, tomar
una empresa aérea y considerarla de bandera por más que sea una S.A. con
participación estatal y que salga al rescate de compatriotas. Sucede que a
muchos les da tirria y provoca histeria, el hecho de saber quién fue el creador
de Aerolíneas Argentinas, allá por 1.950; luego claman a los gritos que los repatríen
cuando de patriotas, no tienen nada.